Relatos

Historia de la nube tangadora

Érase una vez una nube tangadora que tangaba a los coderos sin que ellos se dieran cuenta. Al mundo de los corderos mostraba una cara afable y bonita, pero oculto a sus ojos albergaba una nube oscura donde se llevaba a cabo un propósito turbio y malvado que jamás se conocerá.

Esta nube no era la única nube que los corderos subían sus sueños y deseos, había otras muchas más que ofrecían el mismo servicio. La nube tangadora quería ser como las demás nubes, ser rápida y eficiente y guardar todos los recuerdos de los corderos solicitaran, pero no lograba los resultados eficientes de las demás nubes por medios nobles y puros, empleaba un oscuro método para poder equipararse a las demás.

Los corderos de la superficie le otorgaban sus mejores deseos sin saber que la nube tangadora albergaba y retenía para siempre, todos y cada uno de los deseos también en la nube oscura. No importa si un cordero, dos corderos o todos los corderos decidían no querer guardar más deseos con ella, la nube tangadora les ponía cara afable y les hacía creer que ella los olvidaba.

¿La nube tangadora oculta turbios motivos para retener todos y cada uno de los deseos en la nube oscura? Solo es sabido que, si un nuevo deseo le era expresado, esta hacia creer que recibía el deseo, pero en verdad pedía a la nube oscura que rebuscara entre todos los deseos guardados y los cotejara, y si ese nuevo deseo era igual al que había retenido con anterioridad, la nube tangadora tangaba al cordero replicando el deseo albergado en la nube oscura. No importa si ese cordero deseó el deseo hace un lustro, dos o tres lustros, a los ojos del cordero la nube tangadora era super eficiente, amable y guay, pues hacía sentir que su deseo era recibido y retenido por ella con la máxima celeridad y eficacia.

Y así la nube tangadora lograba día tras día, equipararse a las demás nubes que hacían bien su trabajo guardando los deseos de los incautos corderos que felices correteaban bajo el cielo cerúleo.

lugoilmer

The author lugoilmer

Puede que no siempre hagamos lo correcto, pero seguro que tampoco estamos totalmente equivocados.
Somos la significancia insignificante en un mundo que es más pequeño de lo que parece y más grande de lo que es.

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